30 años desde que el Castillo de Salas embarrancase en Santa Catalina

hace 8 años · Actualizado hace 8 años

Gijón

Hace 30 años, el 11 de enero de 1986, el buque Castillo de Salas, de pabellón español y perteneciente a la Empresa Nacional Elcano, estaba fondeado en la costa gijonesa esperando a entrar al Puerto de El Musel para descargar 99.722 toneladas de carbón procedentes desde el puerto de Norfolk (Virginia, Estados Unidos) antes de que el anclaje garrease y el temporal lo arrastrara hasta escasos metros del acantilado del Cerro de Santa Catalina donde embarrancó.

Con vías de agua que inundaron la sala de máquinas, la tripulación no pudo volver a arrancar los motores. Miles de gijoneses acudían a la Atalaya de Cimadevilla para ver expectantes el devenir del barco. Después de varios intentos por parte de una empresa holandesa para liberarlo, se partió en dos a las 10:30 del 15 de enero de 1986, hundiéndose la parte de popa. Una situación ocasionó los primeros vertidos de carbón y gasóleo.

Durante los días sucesivos, la playa de San Lorenzo sufrió mareas negras de fuel y carbón. El día 29 la popa estaba sumergida y el 4 de febrero los operarios de la compañía encargada de  rescatar el barco, arrojaron carbón al mar para aligerar la carga en un intento fallido por reflotar la proa.

El 23 de febrero de 1986, tras 43 días de vertidos, incertidumbre y protestas ciudadanas la proa y cinco bodegas del barco fueron remolcadas a alta mar y hundidas a 39 millas de la costa en una fosa de 4.500 metros de profundidad.

El 8 de marzo de 1991, tras cinco años de proceso judicial, el Ayuntamiento de Gijón firmó un acuerdo con los propietarios del barco aceptando 175 millones de pesetas en concepto de indemnizaciones, por los gastos ocasionados de la limpieza de la playa y otra parte en previsión de que pudiera haber vertidos hasta diez años después del hundimiento.

El primer vertido importante de fuel apareció el 16 de agosto de 2001, del cual la administración socialistas en el Ayuntamiento hacía responsable a barcos fondeados en El Musel. El 3 de septiembre el Ministerio de Fomento confirmaba que las manchas procedían de los tanques hundidos del Castillo de Salas.

El 10 de julio de 2003, el Ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, y la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, supervisaban la terminación de la retirada 2.000 toneladas de chatarra de los últimos restos de del Castillo de Salas. Parte del metal se dedicaron a metopas y a una escultura del gijonés Joaquín Rubio Camín que se puede visitar en El Parque de La Providencia.

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